Las íes y sus puntos

A UN POLÍTICO se le elige para representar y gobernar a un pueblo. Si por su presente, o por su pasado, deja el pueblo de confiar en él, el político ha de darse cuenta y retirarse sin necesidad de esperar nuevas elecciones. Supongo que Rajoy está en este caso. Y estoy seguro de que será más fácil aceptar su dimisión (como cualquier ministro portugués, por ejemplo) que declarar una guerra (como vaticiné que pasaría en Egipto). Lo que no es bonito ni decente es meter presa a una persona, que ha dado en efecto motivos para ello, pero uno de esos motivos coincide con la persona del presidente. Supongo que es cuestión de dignidad y de credibilidad, dos virtudes que se dan por supuestas a un político. Lo de dar un portazo a la información es un gesto que desagrada a unos súbditos (que no lo son estrictamente de él) y ya están pasando fatigas no sé si por su culpa o por la de quienes lo rodean. Al pueblo hay que darle explicaciones. Y excusas, si son necesarias. Encogerse de hombros y hacer oídos sordos a acusaciones explícitas no conduce más que a la desconfianza. Un político en el poder no puede permitirse ese dudoso lujo. La verdadera democracia puede ahora, por lo visto, valorarse en dinero. Nunca lo hubiese creído.